Capitulo 1
Siempre he creído en el destino.
Nada es coincidencia. Eso me digo en este momento. Hace tan solo cinco minutos
una extraña anciana me detuvo en la calle, y me deseo feliz cumpleaños.
—Felicidades —dijo.
—¿Disculpe? ¿La conozco?
—Feliz cumpleaños, Sol.
—¿Gr…a…cias? —me dedicó una tierna sonrisa y me tendió un paquete cuidadosamente envuelto.
Yo simplemente la miraba. La anciana aparentaba unos setenta y cinco años. Un cabello blanco con algunos mechones negros, una sonrisa tierna se asomaba por sus labios, provocando el movimiento de las arrugas de sus expresiones, tenia tez blanca como la luna y unos increíblemente claros ojos grises. Yo le devolví la sonrisa con la mayor amabilidad, pero no sin preguntarme ¿Cómo sabía que era mi cumpleaños?
Llevaba ropas desgastadas, zapatos viejos y algo sucios. No era como esas personas que a veces encuentras en la calle y te causan algo de repugnancia. Ella inspiraba… confianza, aunque parecía de bajos recursos. Un nudo se formo en mi garganta, no podía aceptarlo, no era correcto. De seguro fue un esfuerzo para ella conseguirme el obsequio.
—Yo. Yo no puedo aceptarlo.
—¡Oh¡ niña tonterías, ten tómalo. Es tuyo.
—¿Cómo sabía de mi cumpleaños?
—No preguntes, a caballo regalado no se le mira el diente.
—¿Qué?
—No seas mal agradecida.
—No creo que sea correcto. De verdad no puedo acep…
—Ten —me entregó el paquete, dio media vuelta y se alejó.
Traté de seguirla, pero no la encontré. Se perdió entre todas las personas de la cuidad. Fruncí el ceño. Contemplé el paquete y pensé que lo mejor sería guardarlo. Sigo pensando que la ancianita está algo… ¿confundida? ¿Loca? No, creo que esa es una palabra muy fuerte.
—Sol, ¿Qué haces aquí?
—Hey, Adiel —sonreí a mi mejor amigo.
—Feliz cumpleaños —me devolvió su deslumbrante sonrisa de siempre. Y me dio un gran abrazo de oso.
—Aww… gracias.
—A sí que… ¿Tienes algo planeado para esta noche?
—No, nada. Bueno… ya sabes lo de siempre creo que buscaré a Di, Ale y Sari. Maratón de series o Crepúsculo. Aunque sabes… le he llevado ganas a la parodia de Crepúsculo hace tiempo…
—Sol... yo...
—Solara Vivaldi ¿Qué sucede contigo?
Me giré para ver a mi más loca amiga, caer sobre mí.
—¿Dónde has estado? —reí.
—¿Por qué?
—Te he buscado como loca, no respondes tus mensajes ni llamadas tu madre dijo que viniste a la cuidad a conseguir un vestido... pero que no ha sabido nada de ti. Por un momento pensé que te habían raptado los extraterrestres. Dios. Que susto no me vuelvas a hacer una cosa así... ¡nunca!
Mire a Adiel, el me miró a mí. Y al mismo tiempo soltamos una gran risotada.
—¿Qué? —preguntó Diana.
—Di, Di, Di. Deja de exagerar tanto las cosas. Respira —revise mi celular, no habían llamadas perdidas ni nuevos mensajes —. ¿Decías? —pregunté mostrándole el móvil.
Se puso roja, seguro después de ver como supe su mentira.
—Tu móvil, no sirve.
—Ajá…
—Sol, yo creo que mejor me voy ya… luego te llamo —dijo Adiel me dio un pequeño paquete y se fue.
Di decidió ir a buscar a Ale y a Sari para mi “fiesta de cumpleaños”. Si así se puede llamar a ir a mi casa a desvelarnos mientras vemos películas y comemos palomitas… mejor sin palomitas, me duele el estomago de solo pensarlo. Somos las cuatro mosqueteras, por el momento no se me ocurre una mejor comparación. Ya sé, las cuatro chicas súper poderosas, no esa tampoco. ¿Qué tiene la gente con el numero tres? ¿Ya nadie inventa grupos de cuatro?
Cuando por fin llegué a casa encontré a mis padres en la sala, esperándome. Estoy segura de que es mi regalo de cumpleaños número dieciséis. “Yay” les sonreí, tal vez me guste el regalo... Todavía creo en los milagros.
—¡Sorpresa!
Ante mi pusieron un hermoso cachorro, un husky. Tengo que decir que con este regalo me llegaron ¿Por qué? Pues, porque amo los lobos. Obviamente no podría tener uno en la casa y los pequeños ojos azules de cachorro me encantaron. Lo levanté del suelo y acaricié su sedoso pelo. Tenía el pelo negro arriba y la barriga y patas blancas. Unas patitas pequeñitas y peluditas.
—Pero que hermoso eres. ¿A que si?
—¿Te gusta? —preguntó mi madre.
—La amo.
—Es un él. —mencionó papá.
—Oh, ¿eres un niño?
—Bueno, Solara. Los dejamos solos para que se conozcan mejor. — me dijo mamá mientras yo acariciaba al cachorrito.
—Creo que es amor a primera vista —bromeó papá.
—Ja, ja. —rodé los ojos.
Tome a mi nuevo pequeño amigo entre los brazos y subí a mi habitación.
—Creo que te llamaré Alfie —le dedique una sonrisa— porque creo que si fueras un lobo serías el alfa.
Pareció como si el cachorrito me sonriese. Lo baje sobre mi cama. Contemplé mi habitación toda llena de envoltorios y regalos de cumpleaños, cartas de familiares que no veía hace mucho tiempo. Detesto cuando mi cuarto se ve desordenado así que decidí arreglarlo un poco. Tomé todos los obsequios y los puse sobre mi escritorio, el que da a la ventana. Me distraje un segundo viendo que ya estaba bastante oscuro. Las chicas no tardarían en llegar. Recogí la ropa sucia que no lleve esta mañana por falta de tiempo, estiré las sabanas de mi cama, y acomode mis almohadas.
Escuché un ruido detrás de mí. Me volví, encontré a Alfie enroscado en la alfombra. Creo que tengo que comprarle una camita para perro, al menos mientras crece. Me distraje algunos minutos pensando sobre cómo iba a ser tener un amigo perro, y se podría decir que cumplimos años el mismo día.
La vibración de mi celular me sacó de mis pensamientos… Era una mensaje de Di:
“Ya casi llegamos llegamos. Sari no se decide y Alex no esta lista u.u”
¡Oh! Mis amigas siempre llegan tarde:
“¿Cuando…? No olvides la peliculas :@ y traten de llegar antes de media noche xP”
Encendí el televisor, pase de canal, eso no me gusta, ¡que programa tan estúpido! No hay nada, decidí jugar con Alfie un poco más, estoy segura que Alex lo va a adorar. Una nueva vibración me llamo la atención...
“Nos estamos congelando, ¡Abreeeee!”
No me molesté en contestar, podía escuchar el ruido que hacían en la puerta, miré el reloj solo tardaron dos horas, es un nuevo record. Bajé las gradas, casi corriendo. De todas formas, hay que disfrutar tu cumpleaños ¿No?
—¿Sol? ¿Qué sucede? —preguntó mi madre.
—Son las chicas, ya llegaron.
—¿Tan pronto?
—Increíble ¿No?
—Bastante —ambas reímos—. Ya sabes las reglas, iré a dormir. Tu padre me espera, buenas noche. Feliz cumpleaños.
—Gracias ma. Hasta mañana.
Me lanzó un beso y se dirigió a su habitación. Llegue a la entrada y les abrí. Sari y Alex se lanzaron sobre mí con sus regalos y toda clase de comida chatarra en las manos.
—¡Feliz cumpleaños! —dijo Sari, dándome un asfixiante abrazo.
—¡Sarah! ¡Muévete! Voy yo —Alex empezó a empujarla, pero esta no reparaba en sus intentos de moverla—. ¡Sarah que te muevas!
—¡Uy! ¡Pero que gruñona!
—Es mi turno —Alex le dedicó un gesto del dedo medio y acto seguido me abrazo y froto mi cabeza tratándome de pequeñita —¡Oh! Mi pequeña Solara, al fin nos alcanzas, fue como si fueras a tener quince años por siempre.
—Muy graciosa —intervino Di, nos empujó a todas al interior —. ¿Qué pensarán los vecinos? Seguro creen que estamos locas.
—¡Lo estamos! —respondimos Alex, Sarah y yo para después romper en una carcajada.
Diana rodó los ojos. Todas seguimos hablando y viendo películas durante toda la noche, y como era de esperar los encantos de los ojos azules de un cachorro de husky les sacó un montón de “Awww…” y elogios para el pequeño Alfie, a quien Alex no soltó en todo el tiempo que estuvo en mi casa.
Cerca de las 3:00 am, decidimos dormir. “Las ojeras no son
nada glamorosas”, y menos aún “bolsas en los ojos”, palabras de Sarah, además
“necesitamos sueño embellecedor” aparentemente somos muy jóvenes para tener
arrugas.
Caí dormida rápidamente, estaba muy cansada. Esperaba dormir bien, pero los sueños de esa noche no me dejaron.